La seguridad aérea es un ecosistema complejo donde la tecnología de vanguardia y la rigurosidad de los procedimientos se entrelazan con un factor crítico: la comunicación humana. Más allá de los sistemas automatizados y los instrumentos de precisión, la interacción verbal y no verbal entre pilotos, controladores de tráfico aéreo, personal de tierra y tripulaciones de cabina es la columna vertebral que sostiene la operación segura de miles de vuelos diarios. Una comunicación efectiva es la diferencia entre un incidente menor y una catástrofe; es un ingrediente invisible que permite que cada engranaje del sistema aeronáutico funcione en armonía.

Cuando hablamos de comunicación en la aviación, no nos referimos únicamente a transmitir información. Implica claridad en el mensaje, escucha activa, confirmación de lo entendido, y la capacidad de identificar y corregir malentendidos en tiempo real. La presión del tiempo, el ruido ambiente, el estrés y las barreras culturales o idiomáticas pueden convertirse en trampas peligrosas si no se manejan con la máxima profesionalidad y atención. Los errores de comunicación, por sutiles que parezcan, tienen el potencial de escalar rápidamente en el aire, transformando una situación rutinaria en una emergencia crítica.

En aviación, los factores humanos son un gran campo de estudio que examina la interacción entre el personal, sus entornos y los equipos de vuelo, con el objetivo de mejorar la seguridad y eficiencia de las operaciones. De hecho, en muchos casos pueden ser una materia específica que tiene a la comunicación humana entre sus pilares.

Las fallas en la comunicación es uno de los factores humanos que se presenta con mayor frecuencia, aumentando la cadena del error durante la ventana de riesgo, pues toda la información recibida y enviada por el equipo de trabajo dentro de la aeronave debe buscar mantener la candencia situacional en la cabina. Según una investigación realizada por Wiener y Nagel; el 10 % de los accidentes la tripulación ignora información externa y el 6% presenta una comunicación deficiente con el controlador aéreo ubicado en la torre. Estas fallas, principalmente de comunicación, ocurren por omitir o malinterpretar la información.


Accidentes aéreos: Cuando el silencio o el ruido se vuelven catastróficos

La historia de la aviación, lamentablemente, está salpicada de tragedias donde la falla en la comunicación humana ha sido un factor determinante o contribuyente. De los accidentes más fatales en cantidad de víctimas, al menos una decena fueron provocados (directa o indirectamente) por fallas de comunicación. De hecho, según el artículo de Kaya y Ates (2023), «The Share of Communication Errors in Aircraft Accidents and Artificial Intelligences That Can Be Developed Based on Communication in Aviation«, de los 20 accidentes más fatales en cantidad de víctimas relevados entre 1970 y 2021, al menos 7 fueron provocados por este tipo de errores.

Presentamos aquí algunos ejemplos, aunque dolorosos, que nos ofrecen lecciones invaluables sobre la importancia de la claridad y la precisión en cada interacción.

1. Colisión de Tenerife (1977): la Catástrofe por Malentendido

Este es quizás el ejemplo más trágico y estudiado de un fallo de comunicación. Dos Boeing 747, uno de KLM y otro de Pan Am, colisionaron en la pista del aeropuerto de Los Rodeos (ahora Tenerife Norte) en medio de una densa niebla. El factor clave fue un malentendido crítico entre el piloto de KLM y el controlador de tráfico aéreo. El piloto de KLM creyó haber recibido autorización para despegar, mientras que el controlador solo había dado instrucciones para posicionarse en la pista. La frase clave «We are now at take-off» (Estamos ahora en despegue) fue malinterpretada por el controlador como una confirmación de que la aeronave estaba en la posición y no de que estaba iniciando la carrera de despegue. La superposición de comunicaciones y la falta de fraseología estandarizada también contribuyeron al desastre.

Fue el peor accidente de la historia de la aviación y llevó a mejorar críticamente los procedimientos de comunicación, ya que finalmente propició en el ámbito de la aviación el nacimiento del CRM (Crew Resource Management), el cual se refiere a la gestión de los recursos de la tripulación, que incluye la comunicación, el trabajo en equipo, la toma de decisiones y la conciencia situacional, todo con el objetivo de mejorar la seguridad y la eficiencia de las operaciones.

2. Accidente del Vuelo 401 de Eastern Air Lines (1972): La fijación en un problema menor

La tripulación de un Lockheed L-1011 se distrajo por completo tratando de resolver un problema con una luz indicadora del tren de aterrizaje que no se encendía. Mientras los tres pilotos y el ingeniero de vuelo se concentraban en este asunto relativamente menor, nadie monitoreó la altitud de la aeronave, que gradualmente descendió hasta estrellarse en los Everglades de Florida. La comunicación interna, si bien activa sobre el problema del indicador, falló en mantener la conciencia situacional general y en priorizar la seguridad del vuelo.

3. Accidente del Vuelo 173 de United Airlines (1978): La prioridad perdida

Mientras se preparaba para aterrizar en Portland, el vuelo 173 de United Airlines experimentó un problema con el tren de aterrizaje. La tripulación pasó una hora y diez minutos obsesionada con la falla del tren, comunicándose extensamente sobre el problema. Sin embargo, en medio de esta conversación, descuidaron monitorear su nivel de combustible, a pesar de las repetidas advertencias del ingeniero de vuelo sobre la baja cantidad de combustible. La comunicación interna, aunque constante, falló en priorizar la información vital, llevando a que los motores se apagaran por falta de combustible y la aeronave se estrellara.

4. Colisión de San Diego (Vuelo 182 de PSA y Cessna 172, 1978): La desorientación visual y verbal

Un Boeing 727 de PSA y un pequeño Cessna 172 colisionaron en el aire sobre San Diego. A pesar de que los controladores aéreos alertaron a ambas aeronaves sobre la presencia de la otra, hubo una falla crítica en la identificación visual y en la confirmación verbal. La tripulación del 727 informó haber «perdido de vista» al Cessna, pero los controladores asumieron que lo habían vuelto a localizar. La ambigüedad en la comunicación de «tener a la vista» y «haber perdido la vista» contribuyó a la confusión, resultando en que el 727 procediera con su descenso sin tener al Cessna a la vista.

5. Accidente del Vuelo 901 de Air New Zealand (1979): error de Ruta y falta de confirmación

El 28 de noviembre de 1979, un DC-10 de Air New Zealand que realizaba un vuelo turístico sobre la Antártida se estrelló contra el Monte Erebus, perdiendo la vida las 257 personas a bordo. La causa principal, de la que fue la mayor tragedia de la Antártida, fue que la ruta programada en el sistema de navegación del avión había sido alterada la noche anterior sin que la tripulación fuera notificada de manera efectiva ni lo confirmara. Esto significó que el avión volaba sobre una ruta totalmente diferente a la que los pilotos creían estar siguiendo. La comunicación entre la aerolínea y la tripulación sobre el cambio de ruta fue deficiente y ambigua, y la confianza de los pilotos en su sistema de navegación, combinado con la ausencia de referencias visuales claras en el blanco paisaje antártico, les impidió identificar su error antes de impactar la montaña. Este caso es un ejemplo trágico de cómo la información crítica no comunicada o no confirmada adecuadamente puede llevar a una desorientación fatal.

6. Accidente del Vuelo 163 de Saudi Arabian Airlines (1980): fallo en la declaración de emergencia y coordinación interna

Un Lockheed L-1011 de Saudi Arabian Airlines sufrió un incendio a bordo poco después del despegue de Riad. Aunque la tripulación logró regresar y aterrizar el avión de forma segura, la tragedia ocurrió en tierra. Durante la emergencia, hubo una demora significativa en la declaración formal de la emergencia al control de tráfico aéreo, y una falta crítica de comunicación y coordinación interna entre la tripulación de la cabina de vuelo y la de cabina de pasajeros y con el personal de tierra una vez aterrizado. La confusión y la aparente indecisión sobre la evacuación de la aeronave, combinada con el retraso en la apertura de las puertas, resultaron en la muerte de las 301 personas a bordo por inhalación de humo antes de que pudieran escapar.

7. Accidente del Vuelo 52 de Avianca (1990): La Barrera del Idioma y la Prioridad Perdida

El 25 de enero de 1990, el Vuelo 52 de Avianca, un Boeing 707, se estrelló en Long Island, Nueva York, tras quedarse sin combustible. Aunque las condiciones meteorológicas adversas y los patrones de espera contribuyeron al agotamiento del combustible, un factor crítico fue la comunicación ineficaz entre la tripulación y el control de tráfico aéreo. El primer oficial, quien era el principal comunicador en inglés, no transmitió la gravedad de la situación de «emergencia por combustible» con la fraseología estandarizada que los controladores hubieran entendido como una prioridad absoluta. Las frases como «estamos quedándonos sin combustible» o «solo podemos mantenernos cinco minutos más» no fueron percibidas por la torre como una declaración formal de emergencia, lo que impidió que el vuelo recibiera la atención prioritaria necesaria. La barrera del idioma del capitán y su dependencia del primer oficial exacerbaron el problema.

8. Accidente del Vuelo 140 de China Airlines (1994): automatización malinterpretada

Durante la aproximación al aeropuerto de Nagoya, Japón, la tripulación de un Airbus A300 activó inadvertidamente el modo «Go Around» (despegue frustrado). Debido a un defecto de diseño en el sistema de piloto automático (que no permitía anular fácilmente el «Go Around» empujando la palanca de control hacia abajo como en otros aviones), el copiloto y el capitán lucharon contra el avión, sin entender que la aeronave estaba intentando ascender automáticamente. La falta de comunicación clara entre los pilotos y una comprensión incompleta de la lógica del sistema automatizado, combinada con un diseño de interfaz confuso, llevó a que el avión entrara en pérdida y se estrellara, causando la muerte de 264 personas. Este caso subraya la importancia de la comunicación entre la tripulación y la comprensión de cómo interactúan con la automatización.

9. Accidente del Vuelo 421 de Garuda Indonesia (2002): fallo en la comunicación externa bajo estrés

Durante la aproximación a Yogyakarta, Indonesia, un Boeing 737 de Garuda Indonesia se encontró con una severa tormenta que causó la extinción de ambos motores. A pesar de los intentos de la tripulación por reiniciarlos, el avión se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en un río. Un factor contribuyente fue la comunicación limitada y no prioritaria con el control de tráfico aéreo mientras la tripulación luchaba contra la emergencia. La extrema carga de trabajo en la cabina y la concentración en la falla de los motores llevaron a que no se transmitiera una declaración de emergencia clara y urgente al ATC, lo que podría haber facilitado una asistencia más rápida o prioritaria.

10. Colisión Aérea en Washington D.C. (Enero 2025): El Mensaje No Recibido

Un incidente trágico y reciente en el que un avión de American Airlines y un helicóptero Black Hawk del ejército colisionaron en el aire sobre el río Potomac, cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington D.C. Las investigaciones preliminares, aunque aún en curso, sugieren que una falla en la comunicación podría haber sido un factor crucial. Las grabaciones de control de tráfico aéreo indican que se emitió una instrucción vital al helicóptero para que pasara por detrás del jet. Sin embargo, se ha especulado que la tripulación del helicóptero pudo no haber escuchado completamente la transmisión debido a una posible pulsación del micrófono en el momento exacto de la instrucción. Este caso reciente subraya cómo incluso en la era moderna, pequeños fallos en la transmisión o recepción de mensajes pueden tener consecuencias devastadoras.


Lecciones aprendidas y el futuro de la comunicación aérea

Estos trágicos eventos subrayan la importancia ineludible de la comunicación clara, concisa y efectiva en la aviación. A raíz de ellos y de muchos otros incidentes, la industria aeronáutica ha implementado rigurosas medidas, incluyendo:

  • Fraseología estandarizada: Uso de términos y frases específicas para evitar ambigüedades (ej. «Cleared for takeoff» vs. «Takeoff position»).
  • Gestión de Recursos de la Tripulación (CRM): Programas de capacitación que enfatizan la comunicación efectiva, el liderazgo, la toma de decisiones y el trabajo en equipo en la cabina.
  • Énfasis en la escucha activa y confirmación: Repetición de instrucciones críticas por parte del receptor para asegurar la comprensión.
  • Entrenamiento en inglés aeronáutico (para pilotos no nativos): Fundamental para asegurar una comunicación fluida en el idioma estándar de la aviación.
  • Tecnología de apoyo: Aunque la comunicación humana es clave, la tecnología como los sistemas de alerta de proximidad de terreno (GPWS/TAWS) y los sistemas anticolisión (TCAS) actúan como una capa adicional de seguridad para mitigar errores humanos, incluyendo los de comunicación.
  • Entrenamiento continuo: Simulacros y escenarios que ponen a prueba las habilidades de comunicación (verbal y no verbal) de las tripulaciones y controladores.

A medida que la aviación avanza hacia un futuro con mayor automatización y quizás la integración de operaciones no tripuladas, la comunicación humana seguirá siendo un componente irremplazable. La forma en que interactuamos con la tecnología y entre nosotros determinará la seguridad y la eficiencia de los cielos del mañana. La claridad, la precisión y la comprensión mutua son, y siempre serán, los cimientos sobre los que se construye la seguridad aérea.